martes, 29 de abril de 2014

Estimado ponente...

Estimado ponente:

Soy intérprete de conferencias y en un futuro más o menos lejano puede que interprete una de sus ponencias o discursos para aquellas personas del público que no saben su idioma. Supongo que su máximo interés será hacer llegar su mensaje a todos los asistentes, de la manera más clara que sea posible, sin ambigüedades ni malos entendidos.

Si es usted de los que piensan que un intérprete, por el mero hecho de serlo y de saber idiomas (inglés, francés y alemán, en este caso), acude a sus interpretaciones con las manos en los bolsillos y sin haber necesitado realizar ninguna preparación previa, sepa usted que está equivocado

En nuestro sueldo van incluidas muchas horas de estudio previo: estudiamos su voz (si podemos), su trayectoria profesional, pero sobre todo tratamos de ahondar lo más posible en el tema sobre el que versará su ponencia o discurso. Por ejemplo, si fuese usted médico y fuese a hablar sobre nuevos tratamientos para la hepatitis C, nuestra investigación habría de incluir un repaso de anatomía, de etiología de la enfermedad, de los mecanismos bioquímicos implicados, de los fármacos que hay ahora en el mercado, con los mecanismos de acción, los efectos adversos y las ventajas de cada uno, los ensayos clínicos de nuevos medicamentos que hay en curso, la prevalencia de la enfermedad en España y en otros países… Como ve, sobre cada tema se puede estudiar horas y horas, sin llegar a acabar nunca. Pero como el día tiene un número de horas finitos y el tiempo del que disponemos para cada interpretación es limitado, si en un futuro fuese la intérprete de una de sus ponencias le pediré un poco de colaboración: que me facilite tanta información como disponga sobre el tema que va a tratar (resumen, guión, una versión preliminar de la ponencia, o incluso la ponencia definitiva si ha sido previsor y ha conseguido acabarla unos días antes). 
No se trata de hacer trampas, ni de darme el trabajo hecho, sino de darse cuenta de que somos un equipo, y que hemos de trabajar como tal: para que SU mensaje llegue a todo SU público también es necesario que yo lo entienda para que mi mensaje sea lo más claro, conciso y bien hilado posible. Y el poder enfocar lo más posible mi búsqueda de información, sin estar horas y horas dando tumbos por Internet buscando todos los temas que podrían llegar a tocarse en su ponencia, aunque sea de manera tangencial, me será de enorme ayuda.
También es conveniente contar con la ponencia con unos días de antelación porque no es infrecuente que las presentaciones estén plagadas de acrónimos que quizá resulten obvios para usted y para los asistentes que estén familiarizados con ese tema y en el idioma que usted habla, pero no para los intérpretes. Y sería una pena que un discurso bien hilado se vea interrumpido por un acrónimo que el público que me escucha no va a entender (por no ser su idioma); ¡con lo fácil que habría sido darnos la ocasión de buscar esa información de antemano!

Quizá piense que con que tengamos la ponencia un par de horas antes de empezar es suficiente: no lo es. Es mejor que nada, pero no es la situación óptima. Porque quizá haya alguna palabra que no entendamos y nos cueste apenas un minuto buscarla en el diccionario, pero es muy posible que para entender lo que ha querido decir en una diapositiva tengamos que investigar más en profundidad y consultar otras fuentes, y eso lleva más de cinco minutos. 
Por cierto, aprovecho para decirle que a los intérpretes nos encanta tener la posibilidad de charlar con los ponentes antes de que den la ponencia, pues eso garantiza que ambos discursos sigan razonamientos paralelos y las posibles dudas terminológicas o conceptuales queden despejadas. 

También hay que tener en cuenta que a veces los ponentes, tanto patrios como extranjeros, con la tensión y los nervios del momento aceleran su discurso y llevan una velocidad superior a la que tuvieron cuando estuvieron ensayando previamente la presentación para no superar el tiempo asignado (es un suponer). 
Incluso hay veces que se puede caer en la tentación de superar las 4 o 5 líneas de texto que se recomiendan como máximo en cada diapositiva y se llenen todas de texto para que sirva de guión… no es infrecuente que en esos casos el ponente opte directamente por leer la diapositiva y pasar a la siguiente a una velocidad que apenas nos permite a los intérpretes procesar la información. Le pediría, por el bien de su público, que hablara más despacio, pero yo no soy quién para decirle cómo ha de hacer su trabajo. A cambio, le querría hacer ver que si no nos proporciona las diapositivas para que podamos desgranar, digerir y procesar el tema que va a tratar, nos será poco menos que imposible hacerlo in situ, lo que redundará en la calidad del discurso que recibirán los oyentes, que al fin y al cabo es lo que importa.

Por supuesto que en toda interpretación se interpreta sobre la marcha lo que va diciendo el ponente, sin que tengamos que llevar el discurso escrito, pero le aseguro que si nos da la posibilidad de entender de antemano el tema, el contexto en el que encaja y los principales resultados, conclusiones o mensajes que quiere transmitir a su público, todos saldremos ganando. Incluso usted.

Se despide atentamente,

Esther Moreno Barriuso
Intérprete de Conferencias EN<>ES

Especializada biomedicina, ciencia y tecnología

viernes, 4 de abril de 2014

Suelta los auriculares y coge el cuaderno

No me canso de escuchar y de repetir que la interpretación es una profesión en la que hay que estar preparado para todo tipo de sorpresas y contratiempos: cabinas sin puertas, ponentes de última hora que leen el discurso que les ha dejado escrito un compañero, simultáneas sin compañero de cabina que se alargan más de lo debido...

Vamos, que la zona de confort no existe, y una de las características clave de un intérprete es ser capaz de adaptarse a las circunstancias cambiantes de un evento en el que a menudo la abundancia de intermediarios puede dar lugar a confusiones o a que la información se pierda por el camino: por ello, tenemos que ser solucionadores de problemas y dejar los tirones de orejas (si fuera menester) para el día siguiente.
Las quejas y los tirones de orejas, más tarde.
Por eso, cuando uno interpreta es poco práctico limitar las modalidades de interpretación que uno realiza, porque con más frecuencia de la que cabría esperar una consecutiva puede convertirse en simultánea o susurrada (y viceversa) en un abrir y cerrar de ojos. De hecho, es lo que ha sucedido en dos de las últimas interpretaciones en las que he participado, por lo que concluyo que es recomendable acudir a cada trabajo pertrechado con todas las herramientas que pudiéramos necesitar:

  • Sede ministerial. Reunión de expertos españoles y un par de expertos internacionales para que aportaran la visión «europea» del tema. Nos habían contratado para una susurrada, pero nuestra sorpresa al llegar fue mayúscula cuando descubrimos en la sala unas estupendas cabinas perfectamente equipadas. ¿Por qué motivo habían optado por la susurrada, cuando el ministerio cuenta con semejantes instalaciones y un equipo permanente de técnicos de sonido? La respuesta nos dejó atónitos: la organizadora nos dijo que pensaba que los intérpretes no nos íbamos a sentir cómodos ahí metidos en cabina y que por eso había optado por la otra modalidad. (Esto nos recuerda que lo de educar al cliente sigue siendo un tema pendiente, y que no hay nada como llegar pronto y hablar las cosas tranquilamente para solventar malentendidos). Al final, todos contentos: la reunión más fluida y los intérpretes sin dolor de cuello ni de lumbares y tan contentos en nuestro redil. Como además de cuaderno llevábamos el ordenador «por si las moscas» pudimos tener a mano todas las ponencias y los diccionarios temáticos que nos harían la vida más fácil. Hay que estar preparados para todo.
Cambiar una susurrada por una simultánea en una estupenda cabina: todos salen ganando

  • La experiencia más reciente, por el contrario, nos ha sacado de cabina. Era la presentación de un conocido evento deportivo y nos habían contratado para una interpretación simultánea. Al llegar descubrimos que el único asistente no hispanohablante era uno de los directivos de la empresa matriz, por lo que los técnicos solo contaban con un receptor. Nuestra labor era traducirle al inglés todo lo que allí se decía, pero como esta persona iba a dar un discurso, al no disponer de receptores para todos los asistentes se nos pidió que subiera el intérprete al estrado a interpretar en consecutiva dicho discurso. De nuevo, ser previsor vale por dos y al haber metido en el petate cuaderno de tapas duras y boli y tener chaqueta con bolsillos pudimos solventar la papeleta. Hay que estar preparado para todo.


Consecutiva imprevista - toma de notas
Tomar notas


Consecutiva imprevista - reproducir discurso
Reproducir el discurso


Sé que mi experiencia no es para nada extraordinaria; cualquier intérprete en activo se habrá encontrado en docenas de situaciones parecidas; seguro que muchas más curiosas, sorprendentes, desconcertantes o alarmantes que el par de ejemplos que acabo de citar. ¿O no? ¿Alguien nos cuenta?
                             

viernes, 21 de marzo de 2014

Las ventajas para un intérprete de romperse un brazo

Como muchos sabréis, además de intérprete también soy traductora y, en resumidas cuentas, usuaria habitual del ordenador. Una de las cosas más útiles que aprendí en mis años mozos fue a escribir a máquina a toda velocidad con las dos manos. 

Durante mis años de traductora, muchos compañeros me hablaron de las bondades de los programas de dictado, pero yo siempre les contestaba que era capaz de teclear más rápido de lo que podía pensar, y que por tanto para mí no constituían ninguna ventaja. 
Además, había oído decir que la curva de aprendizaje de estos programas tiene poca pendiente (es decir, que el proceso es muy lento) y que para sacar un buen provecho de ellos es necesario dedicar muchas horas a su entrenamiento. Por estas y por otras razones nunca me planteé su utilización.


Sin embargo, hace cuatro semanas,  una placa de hielo en la montaña y unos bastones colocados indebidamente me obligaron a cambiar rápidamente de opinión: de repente me vi con un brazo roto y escayolado de tal manera que era imposible utilizar los dedos para teclear en el ordenador. 

Difícil teclear de esta guisa

De todos modos, cualquier leve roce en los dedos ya resultaba doloroso, por lo que pronto me di cuenta que los dedos de la mano derecha iban a pasar una larga temporada en el dique seco.

He de decir que lo primero que pensé cuando me caí fue: «¿cómo voy a trabajar ahora estando lisiada?». Es uno de los aspectos negativos que tiene el ser autónomo con unos gastos fijos nada despreciables: salvo causa de fuerza mayor, el interrumpir la actividad no es una opción viable.

Así que rápidamente empecé a valorar la posibilidad de utilizar un programa de dictado, puesto que tenía 3.000 palabras que entregar al cabo de menos de 48 horas y, al contrario de lo que creí inicialmente, teclear con una mano no es, ni mucho menos, la mitad de rápido que teclear con dos, sino mucho más lento. 

Lo primero que hice fue probar el programa de dictado que incluye Windows 7. 

Interfaz del programa de reconocimiento de voz de Windows
Es un programa muy básico, pero funciona con cualquier programa donde haya un espacio para escribir y el resultado, sin necesidad de entrenamiento alguno, es más que aceptable, al menos como plan B, pues no tenía del todo claro con qué programas de traducción asistida son compatibles los programas de dictado que hay en el mercado. 

A continuación decidí probar un programa de dictado comercial, el que utilizan muchos traductores: Dragon Naturally Speaking v10. Cuál no sería mi sorpresa cuando, tras un curso acelerado de una hora impartido por un alma caritativa al que no le importó trabajar en domingo y una hora adicional dedicada a entrenar al famoso «dragón», empecé a dictar a una velocidad superior a la que alcanzo tecleando con las dos manos, y eso que era un texto científico plagado de números, etiquetas internas y términos a priori extraños. El programa cuenta con una función de corrección, que le permite aprender de sus propios errores, conocer el vocabulario que el usuario utiliza con más frecuencia e incorporar a su diccionario nuevas palabras, tras entrenarlas previamente. 

Interfaz de Dragon Naturally Speaking v10

Todo un descubrimiento. En solo seis horas, con el dragón y unos auriculares USB con micrófono incorporado, conseguí acabar las 3.000 palabras que tenía que entregar al día siguiente. No me lo creía ni yo.

Y ahora diréis: «¿y esto qué tiene que ver con los intérpretes? ». Pues tiene que ver, y mucho. Para que el programa te entienda correctamente no es necesario hablar especialmente despacio, sino que es imprescindible vocalizar y modular bien la voz. De hecho, cuanto más completas sean las frases que elabora el usuario, mejor las reconocerá el programa y menos errores cometerá. Tras varias semanas utilizando el programa a diario varias horas al día, me he dado cuenta de que la modulación de la voz y la vocalización han mejorado y y también de que dictarle al ordenador constituye por sí mismo una estupenda práctica de interpretación, pues equivale a interpretar un discurso leído (excluyendo, claro, la dificultad añadida asociada a la velocidad del ponente) o a hacer una traducción a la vista. En definitiva, horas de práctica diaria de interpretación mientras traduces, escribes correos electrónicos o publicas contenidos en redes sociales… sirve para todo.

Huelga decir que no recomiendo a ningún intérprete fracturarse el brazo para descubrir las consecuencias positivas que puede tener, pero sí que animaría a los intérpretes a utilizar los programas de dictado como una herramienta de apoyo y como un entrenamiento per se. 

Y para muestra, un botón: esta entrada del blog la he dictado en su totalidad (con la ayuda de mi mano buena) y pensarla y escribirla apenas me ha llevado 20 minutos.  Yo diría que merece la pena darle una oportunidad al dragón. ¿Lo habéis probado? ¿Conocéis algún otro programa de dictado que dé buenos resultados? Hasta el próximo dictado…



domingo, 26 de enero de 2014

Interpretar no es como andar en bici. ¿O sí?

La entrada de hoy es una breve reflexión sobre una realidad con la que de vez en cuando me doy de bruces: Interpretar no es como andar en bici.

Pasé un año entero haciendo un curso de interpretación: solo teníamos clase 3 horas a la semana agrupadas en un mismo día, pero había que dedicar mucho tiempo a preparar las interpretaciones que haríamos en clase y, sobre todo, pronto nos dimos cuenta que para mejorar y lograr la progresión que se esperaba de nosotros para poder hacer prácticas antes de que finalizara el curso había que practicar si no a diario, sí con mucha frecuencia. La profesora nos proporcionaba el material que habíamos trabajado en clase para que siguiéramos masticándolo en casa.

El resultado de todo este este esfuerzo continuado fue que a final de curso habíamos adquirido una velocidad y una resistencia mental que nos permitía interpretar bastante más de media hora seguida (creo recordar) sin desfallecer. Por supuesto que las condiciones de clase no son comparables a las condiciones de una interpretación real, pero la base de velocidad y resistencia estaban ahí firmemente ancladas.

Habíamos «aprendido a interpretar» de la misma forma que un niño tras mucho esfuerzo logra «andar en bici sin ruedines» y volar solo, sin necesidad de que su madre o su padre le sujeten la bici y le vayan empujando por detrás desriñonándose.

Tras el aprendizaje inicial, un intérprete puede volar solo pero...

¿Y ya está, con esto ya estábamos preparados para abordar cualquier proyecto de interpretación el resto de nuestra vida, aunque pasemos por periodos de sequía interpretativa?  ¿Interpretar es como andar en bici sin manos, que una vez que aprendes ya nunca se olvida? ¿Es ponerse los auriculares, encender el micro y el discurso sale fluido y sólido sin aparente esfuerzo, siempre que venga respaldado por una buena labor de preparación?

¿Y con esto da por finalizado el periodo de formación y entrenamiento?
¿Es cuestión de coger el micro y dejarse caer cuesta abajo y sin manos?  


Mi opinión es rotundamente que NO.


Según mi experiencia personal, interpretar es casi tan ingrato como correr: puedes haber estado entrenando duro durante un año, que si lo dejas dos meses tus piernas se oxidarán considerablemente, y se requerirá un esfuerzo nada desdeñable (aunque, evidentemente, menor que si partiéramos de cero) para volver a recuperar la forma.

Lo mismo sucede con la velocidad a la que el cerebro procesa la información, la rapidez de respuesta y la resistencia mental: personalmente notaba que cuando estoy un periodo mayor 1 mes sin acercarme a la luz roja del micro (sin tener en cuenta las interpretaciones consecutivas, donde se trabajan otras habilidades) retomar el contacto cuesta, y en ocasiones me daba cuenta de que redunda en los resultados de la interpretación, he de reconocer. No me refiero a resultados desastrosos (¡tampoco te pases!) pero si a unos resultados peores de los que cabría esperar, especialmente cuando la interpretación es EN > ES, que curiosamente es la que mayor concentración me requiere. Y eso a pesar de la investigación y la preparación que siempre realizo de manera concienzuda para cada interpretación.

 ¿Solución al problema? 
Pues en mi caso no me queda otra que practicar. He visto gente que tras 2 años sin interpretar han agarrado el micro y el resultado ha sido excelente, pero uno tiene que ser consciente de sus puntos débiles como primer paso a poner remedio. En mi caso, tratar de interpretar un ratito (con 15 minutos basta) todos los días, lo que sea y sobre el tema que sea. La capacidad de preparar un tema desconocido y de zambullirme en mundos nuevos bajo presión y con plazos cortos la llevo siempre en la mochila, así que en mi caso se trata de mantener fresca la velocidad, la resistencia y la capacidad para dividir mi atención de manera equilibrada entre lo que escucho y lo que digo. Para eso, lo mismo da interpretar a Britney Spears que a un mandatario africano. Cuanto más y más variados sean temas, acentos y tipos de situaciones, mejor.

Hoy en día internet nos lo pone fácil. ¿Mis sitios preferidos? TED. com, un lugar lleno de discursos interesantes, rápidos y fantásticamente bien hilados....
TED.com, paradigma de las charlas bien hiladas

 y, como contrapunto, siempre está bien un discurso de algún político español que se haya dejado el hilo conductor en casa. En YouTube hay miles de ejemplos.
Políticos: siempre difíciles de interpretar, estupendos para practicar

¿Y vosotros, consideráis necesario practicar? ¿Conseguís hacerlo? Es bien cierto que cuesta hacerlo de manera continuada y que no siempre se logra cumplir objetivos. La ausencia de rutina en la vida de un autónomo dificulta la tarea.
Sin embargo, en mi caso hago más interpretaciones consecutivas que simultáneas, con lo que no es raro que haya periodos de varias semanas sin pisar una cabina, y he llegado a la conclusión de que el practicar regularmente es vital para lograr un resultado óptimo.