A veces cuando interpreto me recuerdo a mí misma a esos actores que cuentan que para rodar una secuencia de media hora se tiran todo el día en el set de rodaje esperando, dejando pasar el tiempo, maquillándose y volviendo a esperar. Algo así me sucedió el lunes pasado (menos lo del maquillaje, claro). Interpretación en un hospital de esos nuevos y deslumbrantes de la Comunidad de Madrid. Jornadas de temática económica y de gestión, tan típicos de esta coyuntura económica que nos está tocando vivir. Como suele suceder, viene un ponente extranjero y el resto son españoles, con lo que toca interpretar todo al inglés menos la ponencia del extranjero. Solicitamos a la agencia información. Nada. No hay respuesta. La agencia nos dice que hablemos directamente con el cliente, otro eslabón intermedio en esta eterna cadena que parece ser la organización de eventos corporativos. Nada, imposible. El día anterior a la celebración del evento nos sugiere que, aunque las jornadas son de 4 a 7 de la tarde (ergo nos pagan media jornada), que por qué no vamos allí a última hora de la mañana (a la 1 del mediodía) porque, como seguro que los ponentes se acercan por allí a probar el equipo audiovisual, poder tener las ponencias aunque sea con un par de horas de antelación. Tener las ponencias con 2 horas de antelación ayuda más bien poco, pero menos da una piedra, así que allí que nos dirigimos mi compañera de cabina y yo transporte público mediante. Total: que hemos salido a las 12 de casa y llegamos a las 8:30 de vuelta para una interpretación que empieza a las 4 y que dura 3 horas.
¿Quién dijo que la hora de intérprete está requetefenomenalmente bien pagada?
La cosa es que llegamos allí a la 1 y gracias a un cambio de planes de "última hora" nos comunican que allí no va a llegar ni el Tato hasta las 4 pm. Genial. Horas muertas por delante. Pero bueno, las horas nunca son muertas del todo si tratas de sacar el máximo partido de ellas. No hicimos sudokus ni hicimos una tablita de yoga, sino que alternamos trabajo pendiente de traducción con una comida con los organizadores, que nos sirvió para charlar con ellos de manera relajada y afianzar la relación profesional, cosa harto importante (cada día me doy más cuenta de ello) en esta profesión de intérprete autónoma.
8 horas fuera de casa por un salario de media jornada, pero yo siempre trato de ver lo positivo de cualquier situación, y creo que en este caso todos ganamos mucho, aunque no fuera en euros contantes y sonantes.
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